Hoy, va por mí. No hace falta que me digas que puede pasar. Siento decírtelo nene, pero hoy brindo por mí.
En un mundo de ataduras, estamos hartos de oír que vamos a caer pero he decidido que este momento sólo me pertenece a mí. Voy a coger carrerilla y saltar. No necesito paracaídas porque sé volar, o al menos, soy de aprendizaje rápido.
Estoy cansada de que tú, y tú… todos vosotros con vuestros prejuicios, consigáis hacerme tropezar. Porque no hay nada que pueda escaparse de mis manos si yo no quiero dejarlo caer.
Tengo el poder suficiente de arrasar con todas esas muecas, malas caras y esas sonrisas falsas (sobre todo con esas endiabladas sonrisas).
Te preguntarás de dónde he sacado esta fuerza, las ideas que me hacen heroína de mis deseos. No hay mejor fuerza que el creer en uno mismo. El problema es que muchas veces no me he valorado lo suficiente.
No prometo que todos los males desaparezcan de mi mundo porque como buena heroína, debo luchar contra dragones y culebras. Y aunque me aterroricen a veces, el miedo es mi aliado cuándo no dejo que me paralice, sino cuándo lucho a su lado.
La vida, como el mejor de los libros, es una historia que debe tener un final feliz. (Aunque muchos dicen que es un campo de minas. Paso a paso debes saber dónde van tus pies y seguir el camino ya trazado para asegurarte llegar al final).
Yo no busco, ni deseo que el camino sea fácil, prefiero escoger lo correcto. Vivir mi vida siendo justa, coherente, valiente, amable y fuerte. Y si llego así al final de mis días, podré decir que la vida ha sido la mejor que podría vivir.
Por eso hoy decido brindar por mí, por ti y por todos. Para que nos valoramos y luchemos por lo que queremos. Brindo para que llegado el momento tengamos la fuerza necesaria para conseguir todas esas cosas y aún más. Porque no creo que haya otra forma de sentirse vivo que luchar por lo que uno quiere. Y no existe mayor recompensa que obtener lo que ansías después de un trabajo duro.
Abrid los ojos a los nuevos retos. Hablad con diplomacia. Amad con pasión. Disfrutad de lo mínimo cómo si fuese lo máximo. Disfrutar de los silencios cómodos como si fuera dulce música en vuestros oídos. La banda sonora de la vida la pongo yo a cada instante. Por tanto, enriqueced el cuerpo y el alma. Porque la maleta que hacéis os llevará dónde queráis ir.
Y vosotros, ¿cómo es la música que oís?
Alex